viernes, 28 de septiembre de 2012

No quisiera que mi lengua
deshiciera en palabras
lo que mi cuerpo dijo antes en desafios.

Caminando entre miradas furtivas,
a escotes indecentes,
a cordilleras prominentes.




De repente, un roce,
buscado o involuntario,
pero no por ello menos deseado.

Y falta la respiración.

Reservas insatisfechas
de recuerdos bien guardados
que nos dirigen a caminos poco transitados.

Y el corazón en el pecho que quiere volar.

Tras un juego invisible de disfrazada inocencia
 la entrega, la liberación.

Y en un baile implacable de latidos y rencor,
la unión indeleble
en un deseo lóbrego donde se otorga el más oscuro yo.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Seres queridos

¡Tu ausencia me es tan penosa!
(Me recuerda a cada paso
el momento de mi partida.)

Si me impones esa ausencia,
mi vida debe cobrar un nuevo significado,
y rectificar el rumbo, ahora ya sin tí.

Y ese querer que te tengo 
con el tiempo se cura y se convierte en nostalgia,
que, a pequeños bocados, gusta degustar.

Pero hay una ausencia... una ausencia

Me la impones pero sé que no quieres.
Una ausencia que no se cura. 
Se apacigua...
y la vida cobra un nuevo significado,
y rectifico el rumbo ahora ya sin tí.

Existe una línea que nos separa
que no nos es posible ni ver ni encontrar,
ni tan siquiera la podemos buscar.

La línea absoluta que nos separa en vida
y que nos unirá después de mi partida.

 (A Félix, mi padre, que ayer fue su ochenta y dos cumpleaños)

domingo, 16 de septiembre de 2012

"Los suspiros son aire..." *

Vino a mí sin esperarlo,
o bueno, quizás, lo anhelaba.

Llegó sigiloso, sutil, prudente...
y a la vez jubiloso.

Me elevó a grandes glorias,
y me convirtió en mejor persona.
Me vanaglorié de la mujer que era,
de la mujer en que me había convertido,
                                              gracias a Él. 

Lo amaba.
Lo amaba sincera y profundamente.

Él convirtió mi vida en un mundo de maravilla y de color.

Era mi ser, era mi vida, era ÉL.

Mas sin esperarlo,
y, esta vez, si que no lo esperaba,
sin saber cómo ni de qué manera,
el color dejó de serlo y
pasó a ser un blanco y negro.

Hastío, aburrimiento, cansancio
y... todo terminó.

Volví a ser quien era.

Ha pasado el tiempo y,
el dolor y frustración por la separación,
por buscar el orden original,
ha dado paso a una levedad
que me congracia conmigo misma.

Pero hay unas palabras que duelen más,
ahora que ya no estoy enferma de desamor.

Dónde se ha ido ese amor sincero y profundo...
que se ha perdido, se ha desvanecido entre suspiros y alientos.

¡Tanto como yo lo amé!
¡Tanto como lo lloré!

Me falta un trozo de mi carne,
que se desgarra y sangra de nuevo
cada vez que pienso o siento:

No lo quiero. Ya no lo quiero.


* "¡Los suspiros son aire y van al aire!
    ¡Las lágrimas son agua y van al mar!
    Dime, mujer, cuando el amor se olvida
    ¿Sabes tú dónde va?"     (G.A. Bécquer)