sábado, 27 de junio de 2015

Los buscadores

Existe un instante justo antes de aspirar su aroma,
un instante minúsculo previo al beso,
en el que, con el leve roce labio a labio,
confundimos nuestro espacio
y el suelo tiembla bajo nuestros pies descalzos.

Existe ese momento,
al que confundimos con el amor mismo,
y pasamos la vida embriagados,
buscando ciegamente  a quien nos haga revivirlo.

Existe un alma, que se figura desamparada y sola.
¡Ay, amarga soledad!,
que nos obliga a pasar la vida prendidos a ese instante,
adictos a apenas un segundo.






lunes, 15 de junio de 2015

Apuntes vespertinos para no olvidar

No es más que la noche que se cierne sobre nuestras cabezas.
No es más que la sublime actuación del entorno que
recibe la oscuridad con agrado. 

La tormenta amenaza con grandilocuente interpretación,
aunque solo amenaza. 
Y los pájaros que juegan entre las ramas
recuerdan a los niños pequeños que no quieren ir a la cama, 
como si algo interesante que fuese a suceder se perdieran
con el sueño que todo lo arregla. 

Días de injusticia, de rabia e impotencia,
que unas palabras pequeñas arreglan
solicitando con empeño un beso pequeño, tan inmenso como el mar. 

Y días que se transforman en días de ternura, 
que al recuerdo un sonido traen de
un viaje sin retorno,
de un  eterno transitar de neumáticos en el asfalto nocturno
en la noche de Madrid,
en un tiempo ya tan lejano, 
y tan difícil de olvidar,
(¿desear olvidar no es morir un poco?)
Un arcoiris, una tarde de lluvia serena en primavera
a la que el Sol se niega a abandonar,
con el corazón lleno de un primerizo amor. 

A menudo me lamento de mis carencias.
Y hoy me río de mi misma cuando contemplo 
todo el amor con el que 
la belleza de alrededor me acaricia el corazón,
mientras sus canciones se entremezclan con 
sonidos de otros tiempos, 
sonidos que recuerdan un latir. 

Y hoy tras un siglo o dos, 
sigo sintiendo el mismo cosquilleo en el alma
por ese nuevo amor, primero,
que nunca regresará aunque no se va, 
aunque él ya no sea él.


miércoles, 3 de junio de 2015

Y volaré

Vengo del aire
aunque no tengo alas.
Vengo del aire
aunque ni ángel ni ave soy.
Inspiro en silencio
y sigo la hoja de ruta
que un día marqué.
No leo las palabras,
solo escucho mensajes cifrados
que aseguran que
ahí esta el camino que he seguir,
pero no se ve,
porque está en el aire.
Si miro hacia arriba no es por capricho,
es porque sé que el sendero que sigo
no está bajo mis pies.
Porque sé que el sendero que escucho,
aunque invisible,
me guía por unas coordenadas que no son de aquí.
No tengo alas,
ni ángel ni pájaro soy,
pero vuelo,
vuelo por un mundo que no es este,
no se ve.
Escucho por delante sus pasos,
los de aquellos que vinieron antes de mí,
y dejaron las migas marcando el trayecto
que hoy yo he de seguir.
Ni ángel ni ave soy,
tampoco viento,
tan solo un leve suspiro
que un día exhaló ese dios,
que cabalga en voluntariosa montura,
invisible, reluciente y voluble.
Ni ave, ni musa, ni hombre o mujer,
solo soy aire,
solo el aliento al que, embelesada,
añoro volver.