sábado, 27 de junio de 2015

Los buscadores

Existe un instante justo antes de aspirar su aroma,
un instante minúsculo previo al beso,
en el que, con el leve roce labio a labio,
confundimos nuestro espacio
y el suelo tiembla bajo nuestros pies descalzos.

Existe ese momento,
al que confundimos con el amor mismo,
y pasamos la vida embriagados,
buscando ciegamente  a quien nos haga revivirlo.

Existe un alma, que se figura desamparada y sola.
¡Ay, amarga soledad!,
que nos obliga a pasar la vida prendidos a ese instante,
adictos a apenas un segundo.






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