sábado, 7 de noviembre de 2015

Memorias sin tiempo

Hay días que se empeñan en hacerte recordar.

Una simple palabra dicha sin importancia
remueve el cajón de los años y minutos,
que sin intención de acumularlos sumaron treinta,
y ahí se quedaron abandonados, 
amontonados en un caos que tan sólo necesita
un descuido para recuperar un orden 
que solo conoce el corazón.  

Nunca le dije que le amaba, 
aunque sé que él moría por mí.
Nunca le regalé una caricia desganada
en una lánguida tarde de domingo,
nunca un gemido de placer 
estremeciera su amante oído. 
Tan solo recuerdo una cómplice mirada
que fue la antesala de un cruel destino,
de una despedida anticipada.

Nunca le dije que le amaba,
nunca a mi lado le permití mudarse, 
y, sin embargo, ya son treinta años, 
en los que recuerdo con claridad superlativa
el instante en que se urdió
el nudo que amarró nuestros recuerdos.

Nunca sabrá que es el amor más limpio
que en mi días he encontrado, y
que su existencia vive a mi lado. 

Hoy nuestras vidas discurren distantes,
por caminos irreconciliables.

Pero hoy me gustaría poder decirle,
que su amor lo conservo intacto,
que lamento el dolor que pude causarle,
y que, aunque él nunca lo sepa, 
yo no puedo olvidarlo.