Por el camino polvoriento
la noche se cierne sobre el mundo.
Las luces mentirosas crean
falsa conciencia de seguridad
ya destruida en un mundo que
nunca volverá a ser el mismo
porque ya todo está perdido.
El mal acecha tras cada esquina
y ya solo nos queda la huida y
matar para no morir.
Una huida desatentada
con la conciencia atormentada
de no tener dónde esconderte
de no tener dónde ir.
Parar y recobrar el aliento
es un lujo ya extinto.
Huir, sólo huir.
El mundo se ha ido a la mierda
y sólo consuela el abrazo cálido del amante
transmutado sin pensarlo en palabras
venidas del único lugar sagrado,
secreto
intacto:
ahora nuestro hogar es el amor.