sábado, 12 de mayo de 2018

Nana


Es al ocaso cuando la tormenta reclama.
Raja el cielo el relámpago
y el silencio se adueña del lugar.
Y es en el inexorable avance
cuando el alma se vacía de esperanza,
por tanta pérdida,
por tanto dejar atrás.


Pero existe un momento a la caída de la tarde
en que ese silencio te envuelve y arropa
y el bullicio de antes se vuelve acordes
de una música sin partitura
compuesta solo para quien la sabe escuchar.
Acordes de una nana que arrulla y
te sumerge en el abrigo sosegado y seguro
que sólo el abrazo de una madre sabe dar.